PORQUE ME ESTOY POSTULANDO

Mi nombre es Hugo Soto-Martinez. Me enorgullece decir que nací y me crié en el Centro Sur de Los Angeles. Mis padres emigraron aquí y trabajaron vendiendo en la calle durante la mayor parte de mi vida para darnos a mis cinco hermanos y a mí más oportunidades que las que tuvieron en México. Cuando mi papá quedó discapacitado, empecé a trabajar en un hotel no sindicalizado a los 16 años para ayudar a mi familia. Trabajé allí durante la prepa y la universidad. A los 23 años, justo antes de graduarme de UC Irvine, uno de mis compañeros de trabajo me propuso formar un sindicato. Sabía que si me unía a esta lucha, podrían despedirme y perderiá el dinero que necesitaba para terminar mis estudios. Pero decidí luchar, porque también sabía que era la única manera de que me trataran con dignidad en mi trabajo. Así que me presenté. Aunque muchos de nosotros estábamos asustados, cuando mis compañeros y yo hicimos nuestras demandas, mis jefes reaccionaron haciendo algo que nunca habían hecho antes: nos trataron con respeto. En ese momento me di cuenta de que esto es el poder, de que así se mira cuando lo construimos, y de que eso es lo que quiero hacer el resto de mi vida.

Poco después de ser el primero de mi familia en graduarse de la universidad, me uní al movimiento obrero. He sido organizador del sindicato UNITE HERE Local 11 en Los Angeles durante los últimos 15 años, y sé cómo conseguir logros materiales para los trabajadores, los inmigrantes, las personas sin hogar, la gente de color, los jóvenes, todos los que hemos sido abandonados por los funcionarios de nuestra ciudad y los jefes a los que sirven. Comienza con la defensa de los demás y la unión, así que te pido que te unas a mí–tenemos una ciudad que ganar.

Ayúdanos a construir poder comunitario

Le que creemos

Si hay algo positivo que salió de la pandemia, puede ser que todos hayamos visto por fin quién hace funcionar realmente nuestra sociedad. Toda la vida, nos han dicho que los empresarios, los ejecutivos, y los jefes son los que hacen nuestra economía funcionar. COVID-19 descubrió esa gran mentira, demostrando sin dejar dudas que los trabajadores de la alimentación, de la sanidad, de la escuela, de la industria de servicios, del comercio minorista, del sector agrícola y otros trabajadores que son menospreciados por ambos los economistas y los políticos, son tan vitales que han sido reclasificados como esenciales. Nos dimos cuenta de que las personas que trabajan más duro, por la menor compensación, son de las que dependemos en una crisis. Pero ahora que hemos reabierto y la actividad vuelve a la "normalidad", ¿qué haremos con esta información? ¿Volveremos a la misma rutina injusta, esperaremos a que termine el paro federal y arrojaremos a estos heroicos trabajadores de nuevo a unas condiciones agotadoras e ingratas por un saldo miserable? ¿O recompensaremos el trabajo duro que nos ayudó a sobrevivir la pandemia que definió una generación, y construiremos una economía que permita a todos los angelinos compartir en la prosperidad? Si queremos esto último, debemos ponernos a trabajar.

Es muy sencillo: todos los problemas a los que se enfrenta nuestra ciudad serían más fáciles de resolver si tuviéramos más gente trabajando para solucionarlos. Entonces, ¿por qué hay tantas áreas críticas, desde la falta de vivienda hasta el clima y todo lo demás, que carecen de personal y están mal pagadas? Somos una de las ciudades más ricas del país más rico de la historia del mundo, así que no es por falta de dinero. Los responsables de Los Ángeles simplemente no quieren actuar, por miedo a fracasar y perder su poder. Esta parálisis ha provocado el estancamiento de los salarios y el aumento vertiginoso de los alquileres. Se han mantenido al margen mientras cada vez más latinos, afroamericanos y personas de color que son integral a la cuidad, se ven obligados a abandonar la única comunidad que conocen. Necesitamos programas de empleo, dirigidos localmente para ayudar a los más vulnerables a permanecer en sus hogares y comunidades.

Los programas de empleo son una política obvia. Cuando se le da a alguien un trabajo, se le pone dinero en el bolsillo. La gente que trabaja gasta mucho más dinero que sus jefes, y ese gasto vuelve a la ciudad en forma de ingresos, lo que significa que estos programas acaban amortizándose. Ni aunque no fuera asi, seguiría siendo una política más sensata que la actual, ya que cuesta aproximadamente diez veces menos mantener a alguien alojado que ayudarle una vez que está en la calle. Pocas cosas tienen más sentido para mantener a alguien en la vivienda que un trabajo seguro, con buenos salarios y beneficios sindicales. Deberíamos ayudar a nuestros vecinos, alojados y no alojados por igual, que son capaces de trabajar, a conseguir un empleo inmediatamente, contribuyendo a una ciudad más sana y segura para todos. Cuando decimos todos, queremos decir todos: esto debe incluir la ayuda a la gente que no puede trabajar, que es discapacitada o que tiene otras necesidades de las que nuestra ciudad debería ocuparse.

Como se menciona en nuestra plataforma de Vivienda y las Personas Sin Hogar, un área de necesidad inmediata es la de los servicios para personas sin hogar. Como se menciona en nuestra plataforma de Justicia Climática, crearemos puestos de trabajo para todos los niveles de cualificación, desde arreglar las jambas de puertas y ventanas para reducir la demanda energética hasta la instalación de redes solares en nuestros barrios. Como se menciona en nuestra plataforma de Seguridad Pública Para Todos, tendremos que formar y contratar a trabajadores de asistencia no armados, equipos de respuesta a crisis de salud mental, aplicación de la ley de tráfico y mediadores comunitarios no violentos. Esta ciudad está llena de oportunidades–es hora de que las compartamos con todos.

Utilizando el dinero federal, estatal y del condado, el poder de un banco público y una buena voluntad política, nuestra ciudad puede crear programas de empleo al estilo del New Deal para arreglar nuestro clima y transformar la seguridad pública mientras cuidamos de nuestros ancianos, nuestros vecinos sin hogar y nuestros niños. Además, daremos prioridad a la contratación de inmigrantes, personas anteriormente encarceladas y personas sin hogar de nuestros propios barrios, para que todos podamos permanecer en las comunidades que conocemos y apreciamos.

No hay un problema más urgente y devastador en Los Angeles que la crisis de la vivienda y las personas sin hogar. Ya se sabe que casi cinco personas mueren en nuestras calles cada noche. Las personas sin hogar en nuestras comunidades no están eligiendo estar sin hogar, son víctimas de un desastre provocado por el humano – y debemos empezar a tratarlos como aquellos que pierden sus casas en un incendio forestal o un terremoto. Las pruebas demuestran claramente que una combinación de viviendas, servicios y protecciones para los inquilinos sacan a la gente de la calle y la mantienen en sus hogares. Lo que necesitamos ahora son Miembros del Consejo que no rehúyan el trabajo que se requiere para las soluciones a largo plazo, sólo para poder obtener beneficios políticos a corto plazo.

Por suerte, Los Angeles ya cuenta con algunos miembros del consejo de este tipo. Desafortunadamente, su trabajo para construir viviendas y servir y crear relaciones de confianza con las personas sin hogar no es compartido por la mayoría del consejo. Sólo hay que ver la década en CD13 de embrutecimiento, desplazamiento y rechazo por trabajar de buena fe con los miembros de la comunidad que simplemente intentan ayudar. ¿Por qué el representante electo de nuestro distrito se pone del lado del Sheriff Alex Villanueva, habitual de FOX NEWS, y del candidato conservador a la alcaldía Joe Buscaino? Nos merecemos algo mejor. Somos el distrito más progresista de la ciudad, no deberíamos obstaculizar el progreso, deberíamos liderar la carga.

Una forma de ayudar de inmediato es aprovechar al máximolos fondos que nuestra ciudad va a destinar al Proyecto Homekey, que adquiere y rehabilita hoteles, moteles y edificios de apartamentos, para luego convertirlos en viviendas de apoyo permanente, proporcionando los servicios de salud, salud mental y adicción que tanto se necesitan. Durante los próximos tres años, nuestra ciudad recibirá cientos de millones de dólares específicamente para este fin, algunos cálculos dicen que el doble del dinero que HHH. Parece una obviedad, ¿verdad? Desgraciadamente, no podemos confiar en que los líderes de nuestra ciudad sean realmente líderes en esto, como demostraron al dejar millones de dólares sobre la mesa para el Proyecto Roomkey, la versión de refugio temporal de este programa.

El Proyecto Roomkey no era perfecto, sobre todo cuando fue utilizado por el incumbido de CD13 como pretexto para el desplazamiento violento, pero creo que es el deber de un miembro del consejo trabajar con expertos y con la comunidad de desalojados para hacerlo menos carcelario y más eficaz. Uno de los problemas más citados fue que no había suficientes trabajadores sociales y proveedores de servicios para atender los centros. Como organizador laboral, la respuesta para mí es clara: debemos crear estos puestos de trabajo. Durante más de una década hemos dado prioridad a los puestos de trabajo en el campo de las ciencias, la tecnología y la ingeniería (STEM, por sus siglas en inglés), lo que ha dado lugar a un mayor número de ingenieros, programadores y otros puestos de trabajo similares. Podemos hacer lo mismo para ocuparnos por fin de las víctimas de las anteriores políticas crueles de vivienda de nuestra ciudad.

Como ilustro con más detalle en mi plataforma de Justicia Laboral, el empleo, universidad comunitaria y los programas de entrenamiento ponen el dinero en los bolsillos de los trabajadores, que lo gastan a un ritmo mucho mayor en sus propios barrios que sus jefes, y asi se vienen pagando por sí mismos en forma de ingresos adicionales de la ciudad. Un programa de empleo enfocado en los servicios para los que no tienen vivienda podría hacer mucho más. Garantizando buenos salarios, protecciones y beneficios sindicales, podemos ayudar a las personas a obtener aseguranza de salud de calidad por primera vez. Y si para estos programas nos centramos en las personas que han sido encarceladas y en las que no están alojadas, podemos cambiar vidas, asegurarnos de que los que tengan experiencia vivida esten ayudando a crear estas soluciones, y mantener a la gente fuera de las calles para siempre.

Esto también serviría para ayudar a detener lo que algunos llaman gentrificación, y otros llaman destierro racial. Es imposible ignorar lo mucho que ha cambiado nuestro distrito en la última década. Muchos inmigrantes, personas de color y trabajadores se han visto obligados a alejarse cada vez más, y esta emigración masiva ha sido impulsada principalmente por la absoluta sumisión de nuestra cuidad a los poderosos intereses inmobiliarios. Mis padres, como tantos otros, se mudaron aquí desde México para que mis hermanos y yo pudiéramos tener más oportunidades y una vida mejor que la que ellos tuvieron. Pero mis padres al menos pudieron comprar una casa en esta ciudad. ¿Cuántos de nosotros, una generación después, podemos decir lo mismo?

Mediante la adquisición de edificios a través del Proyecto Homekey, la expropiación, un Banco Público, la construcción de viviendas sociales y otras medidas descomodificadoras, podemos evitar que los alquileres aumenten vertiginosamente y hacer que la compra de una vivienda sea una realidad para nuestra generación. Creando programas de empleo que contraten a personas de nuestro distrito para ayudar a las víctimas de nuestra crisis de vivienda y sin hogar que viven en nuestro distrito, podemos no sólo proteger, sino hacer crecer nuestra vibrante cultura – y hacer de CD13 una comunidad real, acogedora para todos.

La crisis climática está aquí. Nuestro gobierno no ha conseguido evitarla, sino que ha optado en todo momento por dar prioridad a los beneficios de las empresas de combustibles fósiles sobre nuestro futuro. La temporada de incendios se prolonga, las temperaturas alcanzan máximos históricos año tras año y el aire de Los Angeles vuelve a ser el peor del país. Es difícil pensar en ello sin perder la esperanza, y todavía no hemos empezado a combatirlo. Pero hay un resquicio de esperanza en esta nube: las comunidades y los organizadores que lo han estado combatiendo nos han dado un plan para conseguir un planeta sano y una ciudad habitable. Sólo tenemos que seguirlo.

En primer lugar, creo que los obreros y los defensores del clima tienen objetivos comunes. Los Angeles tiene ante sí muchas oportunidades increíbles para limpiar nuestro aire y nuestra red energética y, al mismo tiempo, proporcionar miles de puestos de trabajo bien remunerados. Por ejemplo, el LADWP reveló en estudios recientes que sólo el 4% de los edificios de Los Angeles utilizan 50% de la energía de la ciudad. Aprovechando de esa información, la ciudad podría contratar una enorme mano de obra, entrenarla en la readaptación de la eficiencia energética y desplegarla para reducir drásticamente nuestro consumo de energía.

Una transición justa hacia una economía de energía limpia no se hará a costa de que los trabajadores pierdan su empleo. Todo lo contrario–los ejemplos surgen a nuestro alrededor. La ciudad de Burbank acaba de dar un primer paso emocionante para volver a entrenar y contratar a antiguos trabajadores del sector de los combustibles fósiles como administradores municipales, y sindicatos como el Local 675 de United Steelworkers han iniciado el proceso de volver a entrenar trabajadores despedidos del sector petrolífero para trabajar en el sector de las energías renovables.

Pero en Los Angeles seguimos esperando que los líderes de la ciudad hagan un intento de buena fe para una "transición justa" a la energía limpia. Los trabajadores que mantienen nuestra ciudad no se merecen ir a la quiebra, sino que se merecen entrenamiento y puestos de trabajo mejores y más seguros, con igual o mayor salario y beneficios, todo ello en su comunidad. Y si vamos a conseguir que nuestra electricidad sea 100% limpia para la fecha límite de la ONU de 2030, vamos a tener que poner a trabajar a mucha más gente. Con un mejor liderazgo por parte de la ciudad, los grupos sindicales de toda LA verán a nuestro Green New Deal como la mayor campaña de afiliación sindical de la historia de nuestra ciudad.

Como mencioné en nuestra plataforma de Justicia Laboral, los programas de empleo se pagan por sí mismos al poner dinero en los bolsillos de los trabajadores que se convierten en ingresos captados por la ciudad. Para poner en marcha nuestro Green New Deal, se deben enfocar enérgicamente los programas de empleo en las personas que han estado o están sin vivienda o encarceladas, y así podemos cambiar decenas de miles de vidas, si no cientos de miles. 

Estos son algunos de los tipos de empleos que podemos añadir, desde los de baja a los de alta cualificación, y desde los temporales a los de más de una década: construcción, pintores, técnicos, ingenieros, electricistas, carpinteros, limpieza/remediación, oficina/administración, apoyo técnico, soldadores, mantenimiento, transporte, ventas, fontaneros, contables, distribución. Si incluimos los puestos de trabajo indirectos añadidos para servir a este nuevo auge, descubrimos que al trabajar para crear un planeta sostenible y saludable, un subproducto es una economía sostenible y saludable.

Me gustaría destacar uno de estos trabajos como ejemplo de lo importante que es para nuestra ciudad: la remediación del petróleo. Habrán oído que nuestra ciudad tiene miles de campos petrolíferos – activos o abandonados – en prácticamente todos los barrios. Sólo en el CD13 hay cientos. Estos afectan abrumadoramente a los barrios latinos y afroamericanos, un ejemplo claro del racismo medioambiental. COVID nos mostró con crudeza que vivir cerca de los pozos petrolíferos aumentaba desproporcionadamente las tasas de mortalidad. Nuestras comunidades ya han sufrido suficientes pérdidas: debemos actuar con urgencia para no añadir ni un nombre más a la lista. Un verdadero campeón del clima habría comenzado el proceso de remediación del petróleo hace mucho tiempo, pero aún hay tiempo. El gobierno de Biden y el gobierno estatal están prácticamente rogándole a las ciudades que utilicen el dinero gratuito para limpiar sus campos petrolíferos urbanos, y sin embargo aquí en nuestro distrito ha habido poca o ninguna acción. Prometo cambiar eso en cuanto sea elegido. Una de las ventajas de la remediación del petróleo es que, cuando se limpian por completo, al igual que los vertederos, algunos de estos antiguos pozos pueden convertirse en parques. Los pozos abandonados se concentran en barrios con pocos parques, lo que nos da la oportunidad de resolver dos problemas a la vez. Los lugares que no puedan ser saneados lo suficiente como para permitir el acceso público podrían convertirse en parques solares comunitarios. Todo esto requeriría trabajo y puestos de trabajo.

La inversión de nuestra ciudad para alcanzar el 100% de energía limpia es algo más que una simple reducción de las emisiones–es una oportunidad para invertir en mejoras transformadoras en nuestros hogares y barrios. Me asociaré con el LADWP, la mayor empresa pública de energía del país, y con los residentes para crear proyectos equitativos de energía limpia basados en la comunidad y diseñados en función de las necesidades de los contribuyentes. Las adaptaciones de los hogares, los programas de termostatos inteligentes, la energía solar en los techos, el almacenamiento de baterías y las microrredes son soluciones que dirigirían los beneficios de la energía limpia para que los sintamos a nivel local. Cuanto más puedan influir nuestras comunidades en la implementación, más podremos trabajar para identificar y combatir las barreras que han impedido que esos beneficios y ahorros lleguen a quienes más los necesitan.

Hemos visto lo que ocurre cuando el control de nuestro sistema energético se retira del público y se diseña para priorizar el lucro en lugar del bienestar de la comunidad. Durante el reventón de Aliso Canyon, SoCalGas, por negligencia extrema, fue responsable de la fuga de 110.000 libras de metano al aire cada hora durante meses. Los científicos dicen que el metano es ochenta veces peor para la atmósfera que el CO2, y todavía no sabemos los efectos a largo plazo sobre la salud de las familias expuestas. Afortunadamente, el acuerdo de franquicia de la ciudad con SoCalGas vence este año, y creo firmemente que no debemos renovar la licencia a menos que hagan grandes cambios.

El Consejo de la Ciudad debe exigirle a SoCalGas que haga las reparaciones adecuadas en sus tuberías y plantas. Deben impedir que SoCalGas utilice el dinero que pagamos en nuestras facturas de gas para financiar falsos grupos comunitarios que presionan a los gobiernos locales en todo el sur de California. Y no deben permitir que SoCalGas siga almacenando sus equipos dañados y con fugas, que contienen gas explosivo peligroso, sobre las fallas sísmicas.

La única manera de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, incluido el gas, es asumir nuestro papel en la crisis. No podemos seguir esperando al gobierno federal y a los grandes contaminadores, porque sabemos que cambiarán nuestro mañana por los lucros de hoy. Pero si nuestras comunidades se unen, podemos construir un Los Angeles que se mantenga sano y limpio para las futuras generaciones.

Mi primer encuentro con la policía es una historia demasiado común para los jóvenes de color de nuestra ciudad. Mis amigos y yo, solo niños en ese tiempo, íbamos caminando por la calle cerca de nuestras casas en South Central. Un oficial, con el pretexto de que estábamos en una zona de alto consumo de drogas, decidió pararnos, intimidarnos y amenazarnos. Nos dijo que nos fuéramos, y en ese momento de vergüenza, cuando nos acababa de decir que no pertenecíamos a nuestro propio barrio, me negué. Le dije que eso era un abuso de poder y que tenía que parar. El agente respondió de una manera que me enfurece hasta el día de hoy. Me puso la mano en la garganta, me escribió una multa por tirar basura y me dio mi primera citación. Cada vez que recuerdo este incidente me surge la misma pregunta: ¿a quién protege esto?

Esta lucha se ha vuelto recientemente aún más personal para mí. Justo antes del Día del Padre del año 2020, Cristóbal Guardado, miembro de mi sindicato y hermano en la lucha por la dignidad, recibió una llamada que ningún padre debería recibir. Su hijo Andrés fue asesinado por el Departamento del Sheriff de Los Ángeles. Andrés, un estudiante universitario de 18 años, recibió múltiples disparos en la espalda cuando estaba boca abajo en el suelo. Estaba en su segundo trabajo, el cual había aceptado para ayudar a su familia a superar la pandemia. Al menos un miembro del departamento ha alegado que el diputado del sheriff Miguel Vega disparó y mató a Andrés a sangre fría para ganarse entrada en una ganga de diputados llamada cruelmente "Los Ejecutores.” Esta tragedia me impulsó a hacer todo lo posible para utilizar toda la fuerza del movimiento obrero de Los Ángeles para garantizar que esto no vuelva a suceder. Junto con mis hermanos del sindicato, defensores de la comunidad y las familias de las víctimas en todo LA, hemos presionado con éxito a las fuerzas que fueron responsables de la elección del sheriff Alex Villanueva para que lo denuncien oficialmente y se comprometan a no cometer el mismo error en el año 2022. Menciono esto como ejemplo de lo que puede suceder cuando los trabajadores se unen para hacer justicia. Puede parecer imposible ahora, pero creo que podemos cambiar este sistema roto, y sustituirlo por uno que realmente funcione.

Las pruebas demuestran claramente que gastar miles de millones de dólares cada año en entrenar a milicias armadas como guerreros y hacer que ocupen nuestros barrios simplemente no funciona para reducir la delincuencia. Podríamos ahorrar nuestros impuestos, y muchas vidas, al centrarnos en un esfuerzo que priorice los servicios a la comunidad. Después de todo, según el LA Times, casi el 90% de las llamadas a la policía involucran delitos de pobreza, como la falta de vivienda. Los oficiales suelen lamentar que estas llamadas no son para lo que se contrataron. Son situaciones que deberían ser atendidas por equipos de crisis de salud mental o trabajadores sociales desarmados y entrenados. Durante décadas, los líderes de nuestra ciudad han castigado a las víctimas de la pobreza, lo cual es una táctica absurdamente retrógrada. Imaginense que seria si tratáramos a las víctimas de robos o asaltos de la misma manera–eso no hace nada para detener la delincuencia, sólo intenta justificar la cantidad del presupuesto de la ciudad que se desperdicia. Es hora de gastar ese dinero de la manera correcta: formando, contratando y desplegando proveedores de servicios no armados en lugar de combatientes armados. Para resolver las causas profundas de la delincuencia, debemos invertir en programas que eviten que la gente cometa actos de desesperación.

Como se menciona en nuestra plataforma de Justicia Laboral, los programas de empleo ponen el dinero en los bolsillos de los trabajadores, que lo gastan a un ritmo mucho mayor que sus jefes, lo cual permite a la ciudad recuperar más que nuestra inversión con los ingresos añadidos. Nuestra ciudad ya gasta MIL MILLONES al año en la vigilancia policial, así que sabemos que no tendremos que preocuparnos de dónde saldrá el dinero para ninguna de estas políticas. Tenemos suficientes policías, es hora de congelar su contratación hasta que nuestra ciudad decida de una vez por todas cómo queremos garantizar la seguridad pública no sólo para los ricos, sino para todos.

Nuestra ciudad debe ofrecer entrenamiento y toda la educación necesaria para que miembros de la comunidad con interés puedan desempeñar nuevos oficios: trabajadores sociales desarmados, respuesta a crisis de salud mental, aplicación de la ley de tráfico y mediadores comunitarios. Pero no basta con ofrecer entrenamiento y puestos de trabajo de seguridad pública no-armadas para transformar por completo la seguridad pública. También daremos prioridad al entrenamiento y a la contratación de víctimas de la violencia policial y de Angelinos que hayan estado o estén actualmente sin hogar o encarcelados para estos trabajos.

Black Lives Matter LA y la coalición The People's Budget han colaborado con la comunidad en este tema, consiguiendo la aceptación de nuestros vecinos, que están sumamente de acuerdo en que tenemos que priorizar un sistema que nos cuide sobre uno que nos mande a la cárcel. Lo que el Distrito 13 necesita ahora es alguien que entienda las deficiencias de nuestro sistema policial, para liderar escuchando a los constituyentes en lugar de a las asociaciones de policías. Yo no he tomado ni un centavo de la Liga de Protección de la Policía ni de los oficiales de LAPD, y nunca lo haré.

El distrito

PONTE EN CONTACTO

Comunicate con nosotros

 

Pagado por Hugo Soto-Martinez Para Ayuntamiento 2022

16633 Ventura blvd. #1008 LA, CA 91436

Información adicional está disponible en ethics.lacity.org